Pocos parecen entender que las monsergas dialécticas no se traducen en mejores condiciones laborales, mercados más sólidos, una sanidad mejor, un sistema de pensiones que nos garantice una jubilación digna, vivienda para todos, transporte eficaz, etc. Muy pocos, aunque conozco alguno que todavía se frota los ojos incrédulo, asimilan que en unos lugares las cosas van muy bien y en otros van muy mal coincidiendo con que en unos lugares gobiernen los capaces y en otros los incapaces.
El descarrilamiento del tranvía de Sevilla, precisamente a continuación de las miserias del cercanías de Barcelona y del AVE de Málaga, sobrepasa los umbrales de la confrontación pueril de los que se empeñan en etiquetar a los ciudadanos según su apoyo, que ha de ser incondicional, a un partido o a otro. Ya no se trata de banderas, religiones, resentimientos ancestrales o dividir a los partidarios de la tortilla con cebolla o sin cebolla. Estamos, o deberíamos estar, juzgando a nuestros responsables políticos según su capacidad de servirnos.
Algunos no sirven para nada... pero se les sigue votando. Sevilla es un ejemplo de sociedad sin norte. "De izquierdas" manque pierda. Que se hunde la carabela de la Expo mientras los trincones hacen su agosto, no importa. Que descarrila el tranvía (ese que comenzaron a construir sin haber calculado que los vagones pudieran pasar por determinados sitios), nos echamos unas risas y aquí no pasa nada.
Cada uno es lo que quiere ser y muchos, por estos lares, son el hazmerreir del planeta. Luego se quejan del paro, la droga, el fracaso escolar, la desinversión, la falta de recursos... mentales, parece.
Se acercan las elecciones. Volvamos a demostrar que no aprendemos.
Las fotos son de ABC de Sevilla y el blog de El Sevilebaniego.