Eligió el famoso 6 del 6 del 6, no sé si para parecer más diabólico o para que tildaran de bestiales los embites en el Congreso. La "ruptura" de ayer llega a destiempo. Demasiado tarde, señor Rajoy... demasiado tarde, Mariano. Con cariño... pero no. No nos podemos permitir un líder que hace grande a un inepto de la talla del presidente. No se pueden desaprovechar ocasiones, ni las grandes ni las pequeñas. Ha llegado la hora del relevo.
Mariano Rajoy era el candidato perfecto para suceder a Aznar y su política de "prosperidad con dignidad". Era el candidato perfecto para implantar un estilo más calmo que el de la locomotora de su predecesor, un candidato para romper el ritmo, para transmitir la felicidad de los dorados años peperos, para lucir la suficiencia de una sociedad boyante, para debatir desde arriba con los enanos del circo de enfrente. Mariano Rajoy era el candidato perfecto para no sufrir un 11-M. Pero alguien decidió combatir al candidato perfecto con el terror de las bombas y las circunstancias cambiaron. Ahora hay que jugar un partido distinto y el equipo necesita otro baluarte. Cada momento tiene sus claves y hay que saberlas leer.
Frente a la irracionalidad absoluta necesitamos la contundencia y firmeza de la naturalidad, es decir, de la razón, porque no hay cosa más natural que esta. Con las dudas de un espada que deja que se le escape un toro como el que le soltaron en el debate del Estado de la Nación no vamos a ninguna parte. El público se desinfla y se van perdiendo abonos. En aquella plaza tenía que haber salido a hombros y se quedó en un humillante silencio. No llegó ni a la división de opiniones. El morlaco Rodríguez embiste como pocos, se va detrás de todos los trapos, embebido, y lo que necesita es una estocada de las de tocar pelo, pero antes hay que hacerle la faena completa.
Este toro es para Esperanza Aguirre. Y cuanto antes le demos los trastos, mejor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario