Los alumnos y las alumnas del PSOE

Con este gobierno no gana uno para sorpresas. A nadie puede extrañar que nos den una vez más calabazas en educación los del informe PISA, lo verdaderamente demencial es escuchar la argumentación del presidente Rodríguez para lavarse las manos.

El maquiavélico caricato ha recurrido, en espeluznante cabriola dialéctica, al pobre nivel educativo de los padres para justificar la manifiesta incapacidad lectora de los hijos. Ignoro a qué padres se refiere, desconozco las circunstancias familiares de los Rodríguez, mermados, como saben bien las víctimas de ETA, por la muerte dolosa de su abuelo, pero si los adolescentes que ahora suspenden son los que andan por la calle, sus padres son los de mi quinta. Ahora va a resultar que mi generación estaba mal educada y el culpable era Franco... o Suárez, si acaso, ¡¡pero Felipe Glez no!!! Y las sucesivas involuciones socialistas del sistema educativo ¡tampoco!

Este Rodríguez no tiene desperdicio. Precisamente mis quehaceres profesionales me llevaban hoy mismo a trabajar unos textos enfocados al sector de la enseñanza, par lo que he compartido grupo de trabajo con expertos de la docencia y de las relaciones con el sector. La mayor preocupación a la hora de realizar la corrección de estilo de cartas y manuales era que no se hablara de alumnos, sino de alumnos y alumnas; nada de niños, sino niños y niñas. Ni los profesores se libran, que con las profesoras conviene hablar del profesorado. El resultado es, como ya me venía ocurriendo de un tiempo a esta parte, un escrito vomitivo en el que no hay quien entienda nada porque con los regates de género, una sencilla frase necesita medio folio y un pañuelo para secar las lágrimas (las de unos de risa, las de otros de desesperación).

Ya he hablado en alguna ocasión de estas memeces semánticas, pero comprobar que los educadores están sometidos a esta dictadura en lugar de apoyados en su labor es tristísimo. No me extraña que los chavales suspendan en comprensión de la lectura, con las estupideces que les obligan a leer, con tantos niños y niñas, padres y madres, perros y perras, compañeros y compañeras...

Y para colmo, el razonamiento zapateril alcanza su esplendor cuando remata anunciando mejores resultados en el futuro. Vamos a ver, presidente, si estos chavales de ahora no saben ni leer, cuando sean padres... ¿qué ofrecerán a sus hijos? ¿Tendremos ya un sistema educativo de garantías? ¿Lo van a traer ustedes, que no saben razonar? No aprendemos... lo que no sé es si alguien lo hará en el futuro. Parece que tampoco.