Lo de la prensa de este país me sigue produciendo urticaria. La última ha sido el lamentable accidente en el aeropuerto de Barajas en el que de momento, y esperemos que quede ahí, han perdido la vida 153 personas. Casi todas las cadenas de televisión dedicaron la tarde entera al mismo, a mi entender unas con mayor acierto que otras. El amarillismo del programita de A3 me destiñó la alfombra con su versión “tómbola” del accidente. La Primera mantuvo, a mi juicio, un correcto rigor informativo mientras que Telemadrid parecía dudar entre competir con este rigor o hacerlo con las dosis de morbillo que barajaba A3... La duda deslució el resultado. El resto de privadas llegó algo más tarde a la lucha por la audiencia y el tono general me pareció tan lamentable y yo ya estaba tan cansado de accidente que no le presté ninguna atención (aunque recuerdo entre zapeos unos titulares de la Sexta anunciando lo que venía a continuación sobre el accidente que me recordaban a los que se usan para anunciar unas declaraciones explosivas de famosillo contra famosillo de esas que se gastan los del corazón... patético).
A eso de las 8 de la tarde la cosa ya estaba más bien clara: un avión se había caído en Barajas al poco de despegar, las víctimas mortales rondaban los 150, había sido un accidente, las causas las determinarán las cajas negras, los heridos estaban hospitalizados y todo el mundo estaba consternado. Todo político que se precie había suspendido sus vacaciones y acudían (¿?) al lugar del siniestro y se estaba reanudando la actividad normal del aeropuerto. Muy bien. Ya no hace falta seguir mareando la perdiz. Ya estaba toda la información que se podía dar atada. A partir de ahí entramos de lleno en el “reality show”.
De hecho, la continuidad de estos programas no hacía otra cosa que apoyarse en testimonios morbosos de testigos, medio testigos y transeúntes sin testimonio... y en la velocidad de no retorno, por supuesto (cuántas veces pude escuchar ayer lo que era la V1 -o la V3, según que cadena). El que volaba después, el que no volaba, el que creyó ver, el que vio, el que oyó, el que no oyó pero le contaron, el que su hija es azafata, el que una vez se salió de la pista, el que tiene miedo a volar y el que siempre ve muchas palomas en la pista... bazofia. Vaya forma de frivolizar. Que si el piloto pudo o no pudo, que si dijo, que si pensó o que si dejó de pensar, que los expedientes de empleo por aquí y los aviones antiguos por allá. Coño, que tienes a varios cientos, si no miles, de personas pendientes de saber si han perdido un ser querido. Menuda mierda de prensa tenemos.
Espero que la mayoría de familiares anduviera entretenida averiguando la identidad de las víctimas y no viendo la tele porque yo en su lugar le habría tenido que incrustar un ladrillo a la pantalla... que la mía todavía no es plana y le cabe. El caso es que todo el que estuviera directa o indirectamente afectado por el accidente lo debió pasar fatal esperando la confirmación del número de supervivientes (única abrazadera para la esperanza) mientras le adornaban la información con unos entremeses más propios de “mariñas y patiños” que de un informativo (sí, esos que se han convertido en crónicas de sucesos... la imaginación al poder).
Y para colmo esta mañana, escucho en el programa de Herrera a una tertuliana, periodista ella, quejarse de RTVE porque emitió el partido de fútbol y cortó el especial informativo. Pero vamos a ver, buena mujer, que ya estaba todo dicho, que hay que respetar a las víctimas, hay que respetar a los espectadores y hay que respetarse a uno mismo. Que tiene narices que termine yo defendiendo a Televisión Española, pero leche... que ahí acertaron.
Si tuviera algún sentido atemorizar a la gente y manipularla para que no cogieran aviones vale, pero esto es absurdo, que estamos hablando del medio de transporte más seguro que hay. Que en España se mueven al año más de 200 millones de personas en avión (208.510.206 pasajeros en 2007 según el Ministerio de Fomento).
A eso de las 8 de la tarde la cosa ya estaba más bien clara: un avión se había caído en Barajas al poco de despegar, las víctimas mortales rondaban los 150, había sido un accidente, las causas las determinarán las cajas negras, los heridos estaban hospitalizados y todo el mundo estaba consternado. Todo político que se precie había suspendido sus vacaciones y acudían (¿?) al lugar del siniestro y se estaba reanudando la actividad normal del aeropuerto. Muy bien. Ya no hace falta seguir mareando la perdiz. Ya estaba toda la información que se podía dar atada. A partir de ahí entramos de lleno en el “reality show”.
De hecho, la continuidad de estos programas no hacía otra cosa que apoyarse en testimonios morbosos de testigos, medio testigos y transeúntes sin testimonio... y en la velocidad de no retorno, por supuesto (cuántas veces pude escuchar ayer lo que era la V1 -o la V3, según que cadena). El que volaba después, el que no volaba, el que creyó ver, el que vio, el que oyó, el que no oyó pero le contaron, el que su hija es azafata, el que una vez se salió de la pista, el que tiene miedo a volar y el que siempre ve muchas palomas en la pista... bazofia. Vaya forma de frivolizar. Que si el piloto pudo o no pudo, que si dijo, que si pensó o que si dejó de pensar, que los expedientes de empleo por aquí y los aviones antiguos por allá. Coño, que tienes a varios cientos, si no miles, de personas pendientes de saber si han perdido un ser querido. Menuda mierda de prensa tenemos.
Espero que la mayoría de familiares anduviera entretenida averiguando la identidad de las víctimas y no viendo la tele porque yo en su lugar le habría tenido que incrustar un ladrillo a la pantalla... que la mía todavía no es plana y le cabe. El caso es que todo el que estuviera directa o indirectamente afectado por el accidente lo debió pasar fatal esperando la confirmación del número de supervivientes (única abrazadera para la esperanza) mientras le adornaban la información con unos entremeses más propios de “mariñas y patiños” que de un informativo (sí, esos que se han convertido en crónicas de sucesos... la imaginación al poder).
Y para colmo esta mañana, escucho en el programa de Herrera a una tertuliana, periodista ella, quejarse de RTVE porque emitió el partido de fútbol y cortó el especial informativo. Pero vamos a ver, buena mujer, que ya estaba todo dicho, que hay que respetar a las víctimas, hay que respetar a los espectadores y hay que respetarse a uno mismo. Que tiene narices que termine yo defendiendo a Televisión Española, pero leche... que ahí acertaron.
Si tuviera algún sentido atemorizar a la gente y manipularla para que no cogieran aviones vale, pero esto es absurdo, que estamos hablando del medio de transporte más seguro que hay. Que en España se mueven al año más de 200 millones de personas en avión (208.510.206 pasajeros en 2007 según el Ministerio de Fomento).
Si pusieran el mismo empeño en concienciarnos sobre los accidentes de coche a lo mejor bajábamos esos 2.741 fallecidos en 2007. Y detrás de cada accidente de coche también hay una historia sobre la que dramatizar si se quiere. El que celebraba su despedida de soltero y se casaba al día siguiente, el padre que perdió mujer y cuatro hijos de golpe, el que permaneció 8 horas tirado en una cuneta, el quemado, el desgajado, el parapléjico... Si quisieran volvernos más prudentes ya podían hacer lo mismo con los accidentes de tráfico.
En fin, que ya tenemos pastel para la última semana de agosto. Acompaño a las víctimas, los que quedan aquí, en su dolor, y pido un poco de respeto. Para ellas y para todas las demás víctimas. Las de los periodistas también.
1 comentario:
Totalmente de acuerdo con su comentario. Acabo de leerlo buscando críticas al especial de Antena 3 de ayer sobre el accidente de Germanwings porque me pareció francamente lamentable. Rienda suelta al morbo sin apenas explicaciones que dar (porque ni siquiera se saben las causas)y, eso sí, previa frase falsa de "lo primero es nuestra solidaridad con las víctimas". Ya ve, han pasado 7 años desde ese programa que comenta sobre el accidente de Barajas y seguimos igual.
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