
Ha llegado el agua, en forma de chaparrón de votos, y ya parece que podemos hablar de brotes azules en el ánimo de los españoles. El desánimo era tan acusado y el camino por delante es tan duro que no permiten grandes tranformaciones de la noche a la mañana pero el discurso de Rajoy desde el balcón de Génova fue el mejor que podía hacer para afrontarlo. Es cierto que el hombre no tiene esa capacidad de enaltecer a las masas que otros (por ejemplo Obama con su "yes, we can") han demostrado, pero no es menos cierto que la altura de sus palabras y la categoría que ha demostrado en la victoria son el mejor abono para que germinen tras las lluvias las mejores medidas para España y los españoles. No era mi candidato pero sí es mi presidente.
De momento ya tenemos brotes azules. Es un comienzo. Recuperar el espíritu de trabajo y sacrificio es fundamental, pero no se podía conseguir desde la desesperación reinante. Gracias, presidente, por el abono, y ¡a trabajar! Yo me apunto.
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