La Sociología no da una posición de privilegio para encarar los problemas sociales. Simplemente, permite distanciarse de ellos para comprenderlos con una mirada totalizadora. De esa forma, el sociólogo contempla lo que muchas otras personas quizá no vean. Esa postura del sociólogo es la marca de su independencia. No siempre es una ventaja; por ejemplo, lo inhabilita para una carrera política. Pero no todos son llamados a ella. |
Desde hace unos años tengo la sana costumbre de regresar andando a casa después del trabajo. Quizá mis pulmones no lo agradezcan tanto, tratándose de un paseo por Madrid, como mi cabeza. Esa hora que dedico a sortear vallas me permite dedicarme a la interiorización de mis circunstancias, esto es, a asimilar lo que me rodea o acontece, encajarlo entre los muebles que organizan mi mente y poder así alcanzar la noche con ciertas garantías de que, al amanecer, podré sonreír.
Hoy venía maquinando un artículo para esta bitácora que me ha hecho apresurarme en el encuentro con el ordenador. Al conectarme a la Red en el fortín del hogar, desdichado yo, he sido cruelmente asaltado. Después de mantener a salvo mi cartera de los amigos de lo ajeno -esos “controladores” que cada vez más pueblan los semáforos y demás concurrencias humanas sin hacer una sola huelga- ha sido en mi propia casa donde me he visto víctima de un robo. Cosas del interné, mirusté.
El Ayuntamiento de Alcalá de Henares ha aprobado por unanimidad, con los votos del PP, el PSOE e IU, apoyar el cese de Amando de Miguel como miembro del Consejo Económico y Social de la Comunidad "por su demostrada y reiterada misoginia y machismo". Así, de sopetón, valiéndose del efecto sorpresa con que generalmente nos aturden los buscavidas.
Me han robado la esperanza. Si no toda, mucha, que no he tenido tiempo de revisar bien los cajones.
Estamos bajo el imperio de la charlatanería, de “lo políticamente correcto”, como recuerda Amando de Miguel. La sinrazón se alimenta de sus dóciles adeptos y se hace fuerte. La visión de los problemas con perspectiva no es aceptable si no es, y no lo es casi nunca, “políticamente correcta” –por cierto, la expresión tiene cuajo ahora que hay que cuidarse del lenguaje ofensivo… ¿no se queja ningún político de que se califiquen así tamañas animaladas como las que nos desayunamos todos los días?-.
No ya recomendable… es imprescindible leer sus apuntes sobre La violencia de género y otras iniquidades. El análisis es claro, aséptico y revelador por cuanto abre los ojos sobre la prostitución que está sufriendo el problema de la mal llamada violencia de género. Algunas de sus conclusiones caen por su propio peso, aunque siempre es de agradecer que una pluma preclara como la de su autor, así nos las ofrezca. Cito y suscribo:
La utilización de la mujer como objeto de medro de los mediocres es tan repugnante que me produce un efecto carminativo. Una sociedad no será enteramente libre mientras no se reconozca del todo la dignidad del hemisferio femenino. Es tiempo de acabar con el negocio del feminismo “profesional” y “androfóbico”. Está de más el complejo de inferioridad que significa ceder ante la cretinez de lo “políticamente correcto”, también en estos asuntos. Alguien va a empezar a gritar que el Emperador va desnudo. |
Y es verdad que a este paso nos querrán convencer de que va desnudo realmente. Comienza De Miguel su escrito aludiendo al experimento de Asch para explicar su sensación de soledad frente a la masa. El famoso experimento explica el sometimiento del individuo al grupo:
Asch realizó un famoso experimento en el que formaba grupos de universatarios entre 7 y 9 individuos, a los cuales metió en una clase. Les enseñaba dibujos con líneas que tenían que emparejar por su longitud (les explicó que era un test de percepción visual), en relación con una línea patrón. Cuando todos habían expresado su opinión volvía a poner otras líneas, así hasta doce juegos de cartulinas. En un principio todos lo realizaban correctamente ya que la diferencia entre dichas líneas era muy notable. A partir de ahí Asch aleccionó a todos sujetos excepto a uno, que sería el “sujeto ingenuo”. Los individuos que seguían las instrucciones de Asch erraban a propósito y la respuesta del sujeto ingenuo se reservaba al último lugar: se comprobó que uno de cada tres se dejaban arrastrar por la respuesta de la mayoría. Para explicar esto Asch dio tres razones, que nos proporcionan tres formas de sometimiento de un individuo a un grupo: a)por un cambio en la percepción de la línea: los sujetos ingenuos varían su estimación por que realmente estaban convencidos que la longitud de la línea era otra, el efecto de conformidad producía un verdadero cambio en la percepción de la línea. b)distorsión del juicio: una gran mayoría de los que se someten a la opinión del grupo lo hacían reconociéndose como erróneos y dando la razón al grupo. Creían que el fallo era suyo, tal vez por una distorsión en la vista o en el cerebro. c)distorsión de la acción: eran aquellos a los cuales realmente les era indiferente su respuesta, lo único que pretendían eran ser iguales al grupo, pertenecer al grupo y no correr el riesgo de ser expulsados o marginados por ser diferente, para ello eran capaces de no expresar su propia opinión y conformarse con la del grupo. |
Confío, admirado Amando, que no cambie su opinión hacia la del grupo y que siga trabajando por hacerlo, al grupo, menos necio de lo que es. Si el Consejo Económico y Social de la Comunidad de Madrid decide prescindir de sus aportaciones, estaremos dando un paso atrás, que no aprendemos.
1 comentario:
Lo "políticamente correcto" conlleva estas cosas. Seguro que muchos de los que han votado su expulsión ni siquiera saben porqué la han votado pues, me juego un cafelito, no han leído nada de Amando. Sin embargo, tal y como nos comentas en tu post -como siempre excelentemente, Barquero- nos encontramos con otro comportamiento arrastrado. Y en los dos sentidos, arrastrado por vil y por seguir "a rastras" a la mayoría, como en el ejemplo de la percepción de las líneas en experimento de Asch.
Oseaque dacuerdo con El Barquero, again.
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