Una de las cosas que caracteriza al conductor madrileño (y hablo de este porque es el que mejor conozco, aunque seguro que en todas las grandes ciudades ocurre algo parecido) es la flema con la que acepta su condición de atascado.
Las únicas alternativas que se plantea en su mente para eludir los tapones diarios son el cambio de ruta y el cambio de horario. Madrugar más o “coger por la de Colmenar, que va mejor”, pero dejar el coche en casa... ¡eso nunca!
Cierto es que mucha gente necesita el coche para trabajar. Comerciales, representantes, visitadores, asistentes sanitarios..., en general, cualquier desplazado de su centro de trabajo o aquellos que no disponen de otra forma de llegar...
INCISO: que aquí se abre un abanico de matices importante. Un amigo me comentaba que el transporte público estaba fatal, que no sabía dónde paraba el autobús en el pueblo y que no venía a Madrid en el Cercanías porque la estación le caía a 15 minutos de paseo de su casa... nunca se planteó dejar el coche en el parking de esta o disfrutar de esos 15 minutos de paseo a cambio de UNA HORA Y TRES CUARTOS de atasco diario... SÓLO DE IDA!!!!... claro, mi amigo no tiene tiempo para escribir un blog... pasa el día en el atasco... para volver a casa echa otra horita y cuarto de caravana, que para la salud mental es estupendo... mi amigo tiene mucha vida interior... TRES HORAS AL DÍA EN EL COCHE!, que se dice pronto. El mismo camino me lo barbeaba yo, cuando éramos vecinos, en una hora y veinte minutos en autobús... ida y vuelta!! Ya le ganaba a mi amigo una hora y cuarenta minutos todos los días. Y sin hablar del aparcamiento...
Perdón.
... pero qué porcentaje de los que colapsan las entradas de Madrid, las salidas, bajadas y subidas, las calles anchas, las estrechas, las que tienen las zanjas a la izquierda y las que las tienen a la derecha... de todos esos, ¿cuántos necesitan el coche realmente? Y si no lo necesitan... ¿qué hacen ahí?
Es que no pensamos. Y si no pensamos, no aprendemos. Y si no aprendemos... nos atascamos.
A Rodríguez le está pasando algo parecido con el estatuto catalán. Cogió el coche por la mañana, se metió en el atasco. Intentó “por la de Colmenar”. Se volvió a atascar. Acercándose a Madrid comenzó a callejear. Camiones descargando, calles cortadas, calles tripartitas y hasta cuatripartitas (que esta CIUdad, cuando se pone...), pedigüeños insaciables en los semáforos... pero ya no puede abandonar el coche. Se empeñó en cogerlo y tiene que seguir hasta el final. Y lo malo es que, aunque con muchas vueltas, con muchos “donde dije digo, digo Diego”, se acerca la hora de aparcar y parece que no sabe muy bien dónde va a dejar el 4x4.
La rueda derecha quiere aparcar cerca de la puerta, la izquierda se doblaba para el centro y ahora gira sin rumbo, la ezquerra prefiere seguir hasta el fondo de la calle y la que queda, la verde, sigue pinchada. Que eso es lo que tienen estos coches diseñados a capón.
Y mientras tanto, muchos están a la sOPA boba.
Rodríguez... la próxima vez... en tren, por favor.
7 de febrero de 2006
Nos atascamos
El Estatuto catalán y el tráfico madrileño... ¿qué no?
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Publicado por
El Barquero
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2 comentarios:
Muy buena metáfora. Yo incluso dudo de que tenga carné pa tanto coche. Se encontró con el gobierno de España sin esperárselo y no está preparado para ello. Así está actuando, dirigiendo el coche directamente al desguace.
Mars Upial.
JA, JA, JA!!! ZP no sabe ni cambiar las marchas. Menos mal que Aznar le había dejado el coche ya acelerado
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